Confiar en una mirada que no miente, que expone. En cada trazo, en el iris de un sentimiento, en la humedad de la tristeza. Entonces labios, mejillas, cejas, frente acompañan el perfecto retrato. Y se destapa un pena que encandila y es una invasión plena, consentida.
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- octubre 16, 2009 at 3:48 am
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